Las enfermedades transmisibles, son todavía hoy en día una importante causa de morbi-mortalidad, constituyendo un problema de salud muy importante en los países en desarrollo. Esto demuestra que la aparición de nuevas enfermedades o la evolución de las ya conocidas, hace a todos los países igual de vulnerables.

Por ello, la salud pública contempla como prioridad la prevención y el control de las enfermedades transmisibles, extensible a todo el sistema sanitario y de manera muy importante a los profesionales que en él prestan servicio.

El control de estas enfermedades, se basa en la adopción de medidas para lograr la disminución de su transmisión y conseguir así una disminución de su incidencia. Para lograr esto, no sólo debemos prestar atención a las características de dichas enfermedades, sino que también debemos prestar atención exhaustiva a otros procesos de la cadena epidemiológica de cada una de estas de estas enfermedades. Algunos de estos procesos con especial relevancia en la transmisión de infecciones, son la fuente de infección y reservorio, y el mecanismo de transmisión de la misma.

En este tema, nos centraremos en las medidas que se deben tomar sobre el mecanismo de transmisión que podría darse por contacto directo, dirigidas fundamentalmente a la educación sanitaria para concienciar al sujeto enfermo de que adopte conductas responsables, en contacto indirecto, debido a una mala higiene de manos de los profesionales o un mal uso de los elementos de barrera (guantes, mascarillas…) que se encuentran a su disposición.